INEVITABLE.- Una salida eventual del club parece ser inevitable para Arenas después de lo que hizo y con la dirección que están tomando los Wizards. |
NBA.COM.- La barba está desaliñada y las palabras son dolorosamente honestas. Quizás demasiado. De regreso a la cancha después de justamente nueve meses, Gilbert Arenas es un hombre que volvió a su hogar pero que al mismo tiempo está perdido.
Habló de manera reluciente cuando le preguntaron acerca de John Wall, refiriéndose al jugador novato como su amigo y prediciendo que el futuro de la primera elección del draft será brillante. Es el equipo de Wall ahora, afirmó por primera vez Arenas, y aquí es donde todo se vuelve tenebroso.
"Ahora mismo estoy acá para acertar disparos abiertos, para enseñarle los trucos buenos y malos del juego a John y luego, eventualmente, salir adelante", le dijo Arenas a una multitud de reporteros el martes en la noche tras el triunfo de Washington sobre Dallas en el primer partido de la pretemporada. "Seguir mi camino".
Si uno escucha lo suficientemente cerca dentro del estrecho camerino del conjunto visitante del American Airlines Center, uno puede oír el sonido de la canción "Free Bird" en el fondo.
Arenas no estaba mirando una opción para salir inmediatamente del D.C. durante la misma noche en la que Wall entró a la liga. Está lejos de eso. En vez de eso, él sonaba como un hombre que entiende como va a cambiar todo. Una salida eventual del club parece ser inevitable para Arenas después de lo que hizo y con la dirección que están tomando los Wizards.
Mejor aún, con quién decidirán jugársela los Wizards.
El episodio con armas que protagonizó Arenas el pasado mes de diciembre y su eventual suspensión por 50 partidos es una razón más que suficiente para cambiar de dirección. Debido a todo lo que eso dejó en el ambiente y los 80 millones de dólares que le restan de su contrato, cambiar a Arenas era un anhelo imposible para el equipo de Washington. Ningún equipo estaba interesado en el ‘Agente Cero’.
Los Wizards tuvieron que descubrir cómo sacar adelante la situación mientras que su posibilidad de entrar a los playoffs la temporada pasada se desvanecía. La suerte cambió cuando llegó el proceso de reconstrucción en junio y en el momento en que las pelotas de ping-pong le brindaron una nueva esperanza y un nuevo as a la franquicia.
Wall era algo más que la primera elección. Era un reemplazo.
Arenas sabe esto más que cualquiera. Flip Saunders, entrenador de los Wizards , puede hablar lo que quiera acerca de poner juntos en la formación titular a Wall y Arenas, e incluso de colocar a Kirk Hinrich como un tercer guardia armador dentro de la misma alineación (como ocurrió frente a Dallas). Arenas afirmó que ahora es más un lanzador que un creador de jugadas.
También es prescindible. Los equipos no necesitan a dos grandes guardias armadores, mucho menos a tres. Y especialmente no un equipo con tantos lugares que llenar como los Wizards.
"Esto es la NBA", recordó Arenas. "Hay pocos jugadores que se quedan en la misma ciudad, entonces en este momento esta le pertenece a John. No estoy acá para pelear con nadie. Estoy acá para jugar al lado de Wall. Él es Batman, yo soy Robin".
Arenas, de 28 años, no puede darse el lujo de pelear. Su única esperanza para seguir “su camino" es el de ser un ayudante modelo y un tutor para el salvador de 20 años. No es tan común que Robin tenga que salvar a Batman, aunque quizás esto no sea necesario en este momento
La madurez de Wal se ha destacado desde el primer día. Ya es reconocido entre los círculos del equipo como un líder, a pesar de su corta edad y falta de experiencia. Tampoco teme dar su opinión y dirigirse ante sus compañeros de quipo más veteranos.
“Siento que si has jugado el tiempo suficiente en la posición de guardia armador, uno debe saber cómo hablar", afirmó Wall. "Ellos te van a creer".
La confianza será una de las grandes incógnitas para Arenas mientras que siga jugando en Washington. No se puede esconder o alejar de la realidad. Tiene que encajar mientras que siga habiendo un sitio para él.
"El año pasado, yo no tuve problemas [con Arenas]", destacó Saunders. "Gil fue fácil de dirigir la temporada pasada y pudo hacer todo lo que le pedí. Estuvo serio el año pasado. Siempre aceptó las críticas que le hice y no se mostró desafiante cuando le solicité que hiciera algo. Mientras que lo he manejado, siempre ha sido fácil de entrenar y ha mostrado muchos deseos de aprender".
¿Alguien temía que Arenas fuera desafiante al comenzar esta temporada?
"No creo", respondió Saunders. "Todo el mundo pensaba que habría amarguras, pero yo nunca me preocupé por eso".
Arenas quizás oculte cualquier amargura con adormecimiento. No disfrutó con el saludo entusiasta de varios jugadores de los Mavericks antes del partido del martes, incluidos Caron Butler, Brendan Haywood y DeShawn Stevenson, quienes fueran sus compañeros en Washington.
Si mostrar su apoyo conmovió a Arenas, él no lo demostró.
"Ya no me preocupa eso", sentenció. "Mi trabajo no es hacer amigos. Mi trabajo es el de ayudar a que este equipo gane y saludar mi mis viejos compañeros no hace parte de mi labor".
Tampoco la de ser un nuevamente un payaso.
"Es un arma de doble filo", dijo Arenas. "Creo que en este punto, siento que la gente le encontrará defectos en todo lo que haga por el simple hecho de que estuve en problemas, entonces no seré igual. Tengo que ser serio y preocuparme por lo que hago".
Aparentemente, el hecho de volver a la cancha fue algo que tomó con indiferencia. Tras el delito y luego de pasar 30 días en una casa de rehabilitación, regresar al estadio donde Arenas produjo alguna vez tanta energía no fue ni catártico ni terapéutico . Simplemente se dio.
"Perdí esa sensación hace un tiempo", dijo Arenas. "El baloncesto es baloncesto ahora, sin importar en la cancha que esté".
"Ahora mismo estoy acá para acertar disparos abiertos, para enseñarle los trucos buenos y malos del juego a John y luego, eventualmente, salir adelante", le dijo Arenas a una multitud de reporteros el martes en la noche tras el triunfo de Washington sobre Dallas en el primer partido de la pretemporada. "Seguir mi camino".
Si uno escucha lo suficientemente cerca dentro del estrecho camerino del conjunto visitante del American Airlines Center, uno puede oír el sonido de la canción "Free Bird" en el fondo.
Arenas no estaba mirando una opción para salir inmediatamente del D.C. durante la misma noche en la que Wall entró a la liga. Está lejos de eso. En vez de eso, él sonaba como un hombre que entiende como va a cambiar todo. Una salida eventual del club parece ser inevitable para Arenas después de lo que hizo y con la dirección que están tomando los Wizards.
Mejor aún, con quién decidirán jugársela los Wizards.
El episodio con armas que protagonizó Arenas el pasado mes de diciembre y su eventual suspensión por 50 partidos es una razón más que suficiente para cambiar de dirección. Debido a todo lo que eso dejó en el ambiente y los 80 millones de dólares que le restan de su contrato, cambiar a Arenas era un anhelo imposible para el equipo de Washington. Ningún equipo estaba interesado en el ‘Agente Cero’.
Los Wizards tuvieron que descubrir cómo sacar adelante la situación mientras que su posibilidad de entrar a los playoffs la temporada pasada se desvanecía. La suerte cambió cuando llegó el proceso de reconstrucción en junio y en el momento en que las pelotas de ping-pong le brindaron una nueva esperanza y un nuevo as a la franquicia.
Wall era algo más que la primera elección. Era un reemplazo.
Arenas sabe esto más que cualquiera. Flip Saunders, entrenador de los Wizards , puede hablar lo que quiera acerca de poner juntos en la formación titular a Wall y Arenas, e incluso de colocar a Kirk Hinrich como un tercer guardia armador dentro de la misma alineación (como ocurrió frente a Dallas). Arenas afirmó que ahora es más un lanzador que un creador de jugadas.
También es prescindible. Los equipos no necesitan a dos grandes guardias armadores, mucho menos a tres. Y especialmente no un equipo con tantos lugares que llenar como los Wizards.
"Esto es la NBA", recordó Arenas. "Hay pocos jugadores que se quedan en la misma ciudad, entonces en este momento esta le pertenece a John. No estoy acá para pelear con nadie. Estoy acá para jugar al lado de Wall. Él es Batman, yo soy Robin".
Arenas, de 28 años, no puede darse el lujo de pelear. Su única esperanza para seguir “su camino" es el de ser un ayudante modelo y un tutor para el salvador de 20 años. No es tan común que Robin tenga que salvar a Batman, aunque quizás esto no sea necesario en este momento
La madurez de Wal se ha destacado desde el primer día. Ya es reconocido entre los círculos del equipo como un líder, a pesar de su corta edad y falta de experiencia. Tampoco teme dar su opinión y dirigirse ante sus compañeros de quipo más veteranos.
“Siento que si has jugado el tiempo suficiente en la posición de guardia armador, uno debe saber cómo hablar", afirmó Wall. "Ellos te van a creer".
La confianza será una de las grandes incógnitas para Arenas mientras que siga jugando en Washington. No se puede esconder o alejar de la realidad. Tiene que encajar mientras que siga habiendo un sitio para él.
"El año pasado, yo no tuve problemas [con Arenas]", destacó Saunders. "Gil fue fácil de dirigir la temporada pasada y pudo hacer todo lo que le pedí. Estuvo serio el año pasado. Siempre aceptó las críticas que le hice y no se mostró desafiante cuando le solicité que hiciera algo. Mientras que lo he manejado, siempre ha sido fácil de entrenar y ha mostrado muchos deseos de aprender".
¿Alguien temía que Arenas fuera desafiante al comenzar esta temporada?
"No creo", respondió Saunders. "Todo el mundo pensaba que habría amarguras, pero yo nunca me preocupé por eso".
Arenas quizás oculte cualquier amargura con adormecimiento. No disfrutó con el saludo entusiasta de varios jugadores de los Mavericks antes del partido del martes, incluidos Caron Butler, Brendan Haywood y DeShawn Stevenson, quienes fueran sus compañeros en Washington.
Si mostrar su apoyo conmovió a Arenas, él no lo demostró.
"Ya no me preocupa eso", sentenció. "Mi trabajo no es hacer amigos. Mi trabajo es el de ayudar a que este equipo gane y saludar mi mis viejos compañeros no hace parte de mi labor".
Tampoco la de ser un nuevamente un payaso.
"Es un arma de doble filo", dijo Arenas. "Creo que en este punto, siento que la gente le encontrará defectos en todo lo que haga por el simple hecho de que estuve en problemas, entonces no seré igual. Tengo que ser serio y preocuparme por lo que hago".
Aparentemente, el hecho de volver a la cancha fue algo que tomó con indiferencia. Tras el delito y luego de pasar 30 días en una casa de rehabilitación, regresar al estadio donde Arenas produjo alguna vez tanta energía no fue ni catártico ni terapéutico . Simplemente se dio.
"Perdí esa sensación hace un tiempo", dijo Arenas. "El baloncesto es baloncesto ahora, sin importar en la cancha que esté".