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lunes, 25 de mayo de 2009

EL SINDROME DEL PROTAGONISTA LE ESTA AFECTANDO A LEBRON JAMES

ORLANDO-- Olvidemos por un instante ese triple agónico. Hagamos de cuenta que el final de película fue distinto, que por un error de relojería ese segundo no estuvo disponible, que Hedo Turkoglu se quedó con la última risa de la noche en el Quicken Loans Arena.Hubiese sido más justo. Pero los playoffs, muchas veces, nada tienen que ver con la justicia. Y es quizás eso lo que los hace tan apasionantes.

De todos modos, nosotros estamos obligados a no esquivar el problema. Cada fanático se despertará este sábado y verá ese lanzamiento de James una y otra vez en un noticiero deportivo, en la web, o en la portada de algún diario. La imagen de LeBron gritando tras el disparo letal, sin su vincha tradicional producto del desenfreno, con sus compañeros abrazándolo, contrastó con la risa de resignación de Stan Van Gundy en el banco de suplentes.

Y esa risa, que duró un par de segundos, dijo muchas cosas. Entre ellas, que ese grito de desahogo era un premio demasiado grande para los Cavaliers y demasiado doloroso para sus pupilos, que habían hecho una defensa extraordinaria en el último cuarto. A decir verdad, no podemos estar más de acuerdo con el polémico entrenador del Magic.

La maquinaria del marketing está influyendo negativamente sobre el juego y la mente de LeBron. Conocí muchos jugadores que eran verdaderos talentos dentro de la cancha, pero que cada vez que querían demostrar que lo eran en circunstancias especiales caían en baches de juego, se equivocaban, perdían el rumbo y terminaban chocando contra sus propios intentos.

El viernes, hasta segundos antes del lanzamiento decisivo, la vidriera le había quedado grande al alero estrella. Se lo notaba nervioso, inquieto, como si tuviese una piedra en el zapato. En el cuarto de cierre fue sólo Mo Williams el que sacó la cara por su equipo, mientras LeBron se equivocaba una y otra vez, cometiendo faltas ofensivas, pasando la pelota a destiempo, errando -y tirando- demasiado. Incluso, hizo pasos en una posesión clave (el partido iba 93-93 con casi 50 segundos por jugar) y ni siquiera protestó tras el cobro de los árbitros.

Claramente, este estilo de juego de James está siendo perjudicial para Cleveland. Como si escuchase demasiado lo que dicen los fanáticos en su comparación con Kobe Bryant, quiere demostrar que es el mejor en instantes de cierre, y lo hace de la peor forma, con un juego puramente individual, aburrido, cargado de errores, que sólo lleva a enfriar la mano de sus compañeros y a hacer más fácil la defensa del rival. ¿El resultado de todo esto? Arruinar ventajas amplias en el marcador.

Ya le pasó una vez en el primer juego y su equipo perdió. Le pasó de nuevo en el segundo y Cleveland terminó ganando de casualidad. Porque, entre nosotros, seamos francos: de 10 tiros como el que tomó el viernes, James meterá sólo uno. Okey, a lo sumo dos con toda la furia.

Cleveland no necesita eso. En primer lugar, porque no fue lo que trajo al equipo a conseguir el mejor récord de la serie regular y ser considerado por muchos como el candidato número uno al título. Lo que llevó al éxito al equipo de Mike Brown fue su defensa intensa en el perímetro -el viernes fue de regular a mala en el segundo tiempo, Dwight Howard tocó 13 pelotas en la pintura e hizo sólo 10 puntos. En el Juego 1, Orlando anotó 50 puntos en posiciones cercanas al aro, en el 2º sólo 23, el resto de los tiros llegaron a distancia-, su juego de conjunto basado en la profundidad de plantel y su serenidad.

Observemos, por otro lado, cómo fue el cierre del Magic. Howard, su estrella bajo los canastos, casi no apareció en los últimos minutos, pero sin embargo se le hizo increíblemente difícil defender a los Cavaliers en el cierre por la cantidad de cuchillos en condición de cortar que tenía la visita. En primer lugar, apareció nuevamente el 'Señor último cuarto' Hedo Turkoglu, quien sigue demostrando su condición de líder cuando la pelota quema, pero también hay que mencionar el apoyo de un grupo de notables formado por el novato Courtney Lee (¿O será acaso Rip Hamilton disfrazado?), el francotirador Rashard Lewis y el alero Mickael Pietrus, quien hizo una defensa sencillamente magistral sobre James.

"Tendría que haberlo defendido diferente en ese tiro. Es muy doloroso esta derrota como entrenador, sobre todo cuando termina anotando ese jugador que uno sabía que iba a hacer la diferencia. Así es mucho más doloroso", dijo Stan Van Gundy tras el tiro agónico de James.

Pero yo no estaría tan preocupado si fuese Van Gundy. La defensa del Magic llevó por embudo a James a anotar 35 puntos, pero a que el equipo haga sólo 12 puntos de sus asistencias, con un 53.2% de tiros de equipo (en el 1º juego, LeBron hizo 49 unidades, el equipo anotó 21 de sus pases y tuvo un 66% de efectividad). Más allá de la derrota, el equipo de La Florida está yendo por el buen camino en esta serie.

Habrá quien diga que Orlando podría haber defendido mejor esa posesión definitoria, pero yo creo que James terminó lanzando con una buena defensa de Turkoglu y con Pietrus molestando también el ángulo de visión del alero estrella. También habrá quienes, con ánimo de hacer crecer esta historia, califiquen este tiro como el más grande que lanzó un jugador en playoffs en Cleveland desde el tiro decisivo de Michael Jordan en la primera ronda de playoffs de 1989.

Realidad o exageración, el problema tiene que ver extrictamente con eso: tomar como conclusión importante este tiro, en una serie de Finales de Conferencia que por ahora tiene sólo dos partidos de vida.

LeBron James tiene que escapar del síndrome del protagonista. Tiene que volver a las fuentes que lo hicieron el Jugador Más Valioso de la serie regular, es decir, nutrirse de la solidaridad grupal y aprovechar todas las opciones disponibles de su rico plantel sin escuchar la demanda de los fanáticos, la prensa sensacionalista y la maquinaria de mercadeo, que lo único que quiere es verlo en una final contra Kobe Bryant, al precio que cueste.

El básquetbol es, fue y será un deporte de equipo. Comprender este punto es el único camino para conquistar un campeonato, pese a que algunos sigan intentando, en vano, demostrar lo contrario.