FIGURA.- Stoudemire figura de los Knicks, con 5 años de contrato. |
Alváro Martín, ESPN.- Es difícil persuadir a un seguidor del baloncesto que los New York Knicks han mejorado defensivamente, en particular tras perder por 27 puntos en Milwaukee el martes. El que hayan tenido 20 pérdidas, que desembocaron en 31 puntos de los Bucks, no ayudó a su causa.
Pero consideren que New York poseía la peor defensiva de la NBA en la temporada pasada, permitiendo a los contrarios un porcentaje de cancha acumulativo de 48.6%. ¡Ni siquiera Golden State permitió semejantes libertades! Este año son el décimo peor equipo en ese rubro, permitiendo un 46.5% a sus rivales.
El gerente general Donnie Walsh y el director técnico Mike D'Antoni dedicaron dos años a preparar el camino para que LeBron James y quizás otra superestrella anidasen en el Garden como Godzillas, pero tuvieron que conformarse con Amare Stoudemire, pero no sin antes tener que ofrecerle un quinto año en el contrato (uno más que lo que los Phoenix Suns y otros equipos estaban dispuestos a ofrecer) y $100 millones de machacantes.
Ah, y la póliza de seguro de Amare no cubre cualquier lesión a su rodilla izquierda sometida a cirugía de microfractura. Por algo Stoudemire no jugó en el Mundial por los Estados Unidos en Turquía, y nunca jugará por su país, porque no hay empresa que se atreva a asumir semejante riesgo.
Walsh y D'Antoni decidieron que traerían jugadores jóvenes, atléticos y con capacidad ofensiva (por más limitada que sea en algunos casos). Ya contaban con Wilson Chandler, quien reúne esos rasgos. Incorporan a Raymond Felton como armador (flojo en el pick and roll, lo que sorprende), Timofey Mozgov, quien en un radio de metro y medio del aro es letal, Anthony Randolph, el último 'point-forward' de Don Nelson, y Landry Fields, un subestimado escolta de la universidad de Stanford quien titulariza por este equipo.
Junto a los veteranos Ronny Turiaf, Kelenna Azubuike y los francotiradores Danilo Gallinari, Andy Rautins y Bill Walker, D'Antoni tiene una escuadra sumamente atlética. Desde la primera práctica en conjunto, la capacidad atlética del equipo era obvia. Saltaban, daban tapas y protegían la canasta con brío, con naturalidad. O sea, aunque no fueron reclutados por sus dotes defensivas, este conjunto de jugadores tenía la capacidad y la vocación de proteger el aro.
Ese instinto rinde. New York encabeza la NBA con ocho tapas por partido. Turiaf, Stoudemire y Chandler promedian dos tapones por partido cada uno. Así que los Knicks ya despuntan en lo que llamo defensiva vertical, el cubrir el disparo si el defensa esta próximo al punto de ataque. La defensiva horizontal es harina de otro costal. Aún ahí, el equipo de Mike D'Antoni ha mejorado.
Fallan rotaciones, a veces se duermen en la transición defensiva y Fields le comete falta a un tirador de triple dos veces un mismo cuarto, como sucedió el pasado domingo en el Garden ante Philadelphia (los Sixers encestaron los seis intentos). No anticipo una enorme mejoría, sencillamente porque no pienso que D'Antoni reparta minutos de juego de acuerdo a lo que logres en el costado defensivo.
Pero están sextos en robos por partido y más importante aún, octavos en la NBA en cuanto a eficiencia defensiva (puntos por posesión defensiva). Los Knickerbockers provocan 17.7 pérdidas por partido de sus oponentes (el tercer mejor promedio en la NBA). En cuanto al diferencial de eficiencia ofensiva menos la eficiencia defensiva, los Knicks se colocan novenos en la liga. Novenos. Hay que añadir que esta estadística se basa en seis partidos ante, primordialmente, rivales de la conferencia más floja en la NBA.
La edad promedio del plantel es de 24.6 años, convirtiéndolos en el sexto más joven en la NBA. De los cinco aún más jóvenes, sólo Oklahoma City alcanzó los playoffs la temporada pasada. Pero los instintos defensivos de este equipo les proveen una base para construir un equipo ganador. Ahora le corresponde a la ofensiva engranar. El análisis de esa ofensiva aparecerá en este espacio en un futuro cercano.